Contra la Educación Física
Un nuevo ídolo se ha alzado en el Olimpo novísimo de los dioses: la mal llamada educación física. Creo que no está de más advertirlo aunque para las mentes más despiertas pueda parecer una perogrullez; no hay que educar físicamente a nadie. Esto, quede por delante, no es una oda en contra del cuerpo, ni muchísimo menos en contra de su bienestar o mantenimiento adecuado. Se trata más bien de aclarar aquello de estúpido y abstracto tiene la actividad física como se entiende hoy día. Gran deriva de conocimiento debe tener quien no sepa ver que una actividad física cualquiera es “preferible” –tanto el exceso como el defecto lo considero caer en un dogma de la actividad, casi en un seguimiento a fervoroso credo- al sedentarismo más acérrimo. Sin embargo, tratemos de hallar el arcano donde adviene la estupidez. Si somos capaces de realizar el esfuerzo mental de dividir las actividades físicas en al menos dos grandes grupos nos encontraríamos con unas que son individuales y, otras, que son colectivas; aquí dentro entraran también aquellas actividades que se realicen en parejas.
En las primeras actividades, las individuales, predomina una absoluta abstracción. Ejemplos como lanzar una jabalina o rebotar de manera incansable en la pared de una piscina darán una clara imagen de la abstracción referida. En el segundo de los casos, que hemos denominado como colectivos, la abstracción también queda patente aunque podemos observar que es otro elemento el que predomina por encima de todos: un darwinismo social velado; algo mucho más propio del siglo XIX que de esta sociedad que se pavonea triunfante sobre su permanente desarrollo. La conocida como struggle for life –cuya invención podríamos achacar a Herbert Spencer– trasciende a cualquier actividad física que tengamos en mente. Esta metafísica de base cinética se encuentra en la fundamentación de todo orden pragmatista actual marcado por el vocablo: Éxito. Este vil vocablo hará las veces de juez al separar a las personas en vencedores y perdedores. De tal manera que la sociedad pasa a quedar marcada, dividida, entre los integrantes de una clase u otra; entre aquellos que tienen el inventado éxito y los que no lo han alcanzado (ya que según la espíritu capitalista-neoliberal el éxito depende única y exclusivamente en el esfuerzo personal de cada uno: esfuerzo es sinónimo de éxito). Se puede ver una clara deriva entre la “competición deportiva” y su secularización: “la competición social”.
De otra parte se apreciará un progresivo abandona y detraimiento de la dignidad de la naturaleza humana. Si lo que se nos revela como propio dentro del orden zoológico perteneciente es la capacidad de razonar, hagámoslo. Pero con una tendencia cada vez mayor a hacer hincapié en educar físicamente nos estamos introduciendo en otro grupo zoológico distinto al humano.

Me parecería algo sesgado dejar este escrito tan huérfano. De modo que hablaremos de otro aspecto referente a la actividad física. Este aspecto se ha extendido por la sociedad traspasando el confinamiento espacial donde por antonomasia se da la ya mencionada educación física. Me estoy refiriendo a la tendencia –ya que no es más que una moda que como todas las demás acabará sucumbiendo- de hacer deporte. Lo que más cool parece ser ahora mismo es el crossfit. Éste consiste, fundamentalmente, en acometer de manera reiterada y durante un tiempo determinado una serie de ejercicios combinatorios de varias disciplinas. Educación por medio de repetición, todos sabemos los excelentes resultados obtenidos de esta manera. Todo esto, qué duda cabe, bajo el mantra de sentirse bien conmigo mismo. ¡Curiosa conciliación cuasi mística del uno con el todo! Tendremos que darle las gracias al deporte ya que parece el medio para alcanzar con mayor tino la democracia y la socialización de la sociedad, aquella en la que todos seamos iguales. Hay que agradecer la introspección de cada uno de los individuos que realizan deporte porque todos ellos han llegado a la misma conclusión. Sentirse bien con ellos mismos no tiene nada que ver con las convenciones estéticas reguladas y machacadas de cada época, ¡no señor! Lo hacen por pura voluntad propia, porque se conocen perfectamente a sí mismos y saben que es lo mejor para ellos, sin ninguna influencia del exterior. Curioso y fabuloso hecho.
Como acontece en toda secta que se precie vamos a necesitar a dos tipos de personas. La primera sería la dominante dentro de la estructura sectaria. Sería el líder. Es aquella persona que es la personificación, en este caso, de Niké, cuyo objetivo es salvar los cuerpos de sus adeptos (sus almas ya se han perdido). Como si de una suerte de alquimista en chándal se tratase convertirá la necesidad en dinero. La segunda clase de persona dentro de una secta es sin duda la más importante, ya que es la base que sustenta y sostiene a los que están arriba, a los gurús, los coach, los guías de la materia. Nos falta añadir un ingrediente fundamental a esta marmita deportiva: la fragilidad de la voluntad. Una secta sin personas con una debilidad en el temperamento no es nada. Es necesario que las personas que la componen no tengan una personalidad propia; al tiempo que tanto el sentimiento de pertenencia a un grupo como la promesa de una vida mejor confluyen perfectamente en las mentes endebles de los sectarios. El dogma gimnástico solo tiene parangón hoy día con la verdad, cuya posesión unívoca la posee la ciencia técnica. Una nueva vuelta de tuerca de la herencia del positivismo de hace ya dos siglos.
Por lo tanto, quizá sea mejor la creación de hábitos saludables en los más jóvenes. Unos hábitos que bien podrían estar basados en el amor la naturaleza, en su contemplación y admiración. Se podría, incluso, ampliar este hábito para hacerlo extensible al estudio de la propia naturaleza. Esto sería beneficioso de manera dual: mantener el cuerpo sano pero también, cosa que siempre se olvida, mantener una actividad mental sana. Una gimnasia mental sería lo más conveniente para un correcto desarrollo del ser humano. El otro beneficio que se manifiesta por sí solo en esta aplicación de hábitos saludables consistirá en el mantenimiento del medio natural en el que se encuadra la actividad física. Esta nueva idea probablemente esté más cerca de establecer una relación entre la educación y la actividad física, creando, por ende, una educación física, mucho más sana tanto para el individuo que la lleva a cabo como para el marco en el que se produce.
Dejar un comentario
¿Quieres unirte a la conversación?Siéntete libre de contribuir